viernes, 21 de noviembre de 2014


Un jugador cuando sale al campo de fútbol tiene que sentir que es invencible, que no hay nada que pueda herirlo o quebrar su confianza. Tenemos que generar una coraza a su alrededor  a través de los entrenamientos semanales y de la confianza que obtiene en los partidos y con sus compañeros.
Tiene que sentir que realmente cuando entra al campo nadie puede pararlo, sentirse poderoso. Si el equipo rival es capaz de hacer un agujero en esa coraza que tiene nuestro futbolista, o tras varios partidos seguidos el jugador no es capaz de jugar al nivel esperado , tenemos que buscar la manera de volver a ponerle esa coraza, no dejar que el jugador salga al campo "a pecho descubierto", sintiéndose inseguro de lo que es capaz de hacer.



Lo que no debemos hacer es facilitar al rival su tarea, haciendo que nuestro jugador salga sin esa coraza, quedando expuesto no sólo a lo que haga el rival, sino también a las decisiones del árbitro, público, incluso de nuestro propio entrenador. Durante la semana en los entrenamientos tenemos que ser capaces de generar esa confianza, desarrollando tareas que permitan al jugador mostrar sus puntos fuertes y minimizar o corregir sus puntos débiles, para que sienta que la balanza siempre es positiva.

Hay que saber diferenciar también entre que el jugador llegue con confianza en lo que puede y tiene que hacer el domingo, y que llegue con un exceso de confianza, lo cual puede hacer que el jugador se relaje y no rinda al 100%.

Hacer creer al jugador que si hace lo que tú lo pides, dándole las instrucciones necesarias, va a tener éxito el fin de semana, haciendo que desarrolle esa coraza. Lo que debemos evitar también es darle demasiadas instrucciones, ya que al final no estará tan concentrado como debe en el juego en sí, si no en todas las instrucciones que le has dado, olvidando una parte importante en el juego: JUGAR. Debemos evitar "machacar" una y otra vez a un deportista durante una competición o un partido. Corregirle si, pero no gritarle cada vez que toca un balón o corregirle cada acción. Saber dar feedback es fundamental para generar esa coraza.



Además de que intervenir demasiado con un deportista durante un partido acaba desviando su atención del partido al banquillo, generando incluso cierto miedo al error o al fallo, haciendo que lleve a cabo tan sólo acciones fáciles y sin dificultad.

Pero ¿qué es la atención? Pues es la habilidad para dirigir nuestra energía mental hacia aquello que realmente es útil para lograr los resultados. Supongamos, por ejemplo, que la atención es una bolsa con 100 pistolas:

  1. La atención es la habilidad para apuntar hacia el blanco que queremos disparar. Por ejemplo: atender al jugador que se aproxima con el balón.
  2. Y la concentración en la habilidad para mantener esas pistolas apuntando al blanco durante un tiempo prolongado (lo que provoca un desgaste tremendo y sólo se puede conseguir en momentos de corta duración como un penalti o el lanzamiento de una falta).
La atención es fundamental para el rendimiento. En función de a qué estás atendiendo sentirás, pensarás y harás.  Por lo tanto, tu actuación y, consecuentemente, tu resultado, dependerá de cómo manejes tu foco de atención.



¿Hacia dónde están apuntando tus “pistolas de atención”?

Por ejemplo: si va a empezar el partido y estoy dirigiendo 20 pistolas hacia el partido anterior que me salió mal (¡¡20% de mi atención!!); otras 15 pistolas hacia el entrenador al que temo que me vaya a cambiar si no lo hago bien y no vuelva a ponerme de titular (¡¡15%  de mi atención!!); otras 10 pistolas hacia ese rival al que le tengo muchas ganas (¡¡10%!!) y otras 20 a que no puedo cometer errores. Recuerda: debemos pensar en lo que queremos no en lo que no queremos, pues el cuerpo sentirá en función de lo que pensemos ¿recuerdas la muerte de un ser querido? ¿Cómo te sientes recordándolo? ¿Así estás preparado para correr los 100 metros más explosivos de tu vida? Probablemente no, porque no sabes manejar tu atención con estrategia y eficacia.
Siguiendo este ejemplo empezarías el partido con sólo un 35% de tus “pistolas de atención” en el juego. ¿Estando al 35% de tu capacidad de rendimiento eres capaz de alcanzar el máximo rendimiento? NO.

Por otro lado, durante el partido es muy frecuente que tus pistolas de atención se dirijan a los errores que estás cometiendo y entres en una bola de nieve de errores que conduzca al caos.
Y al final del partido también es muy frecuente que tus pistolas de atención se dirijan de nuevo al partido que acaba de pasar y tu recuperación física y psicológica se vea perjudicada (porque seguimos jugando el partido de forma “virtual”.

Al fin y al cabo está demostrado que necesitamos un balance de 3 acciones positivas o recuerdos positivos por cada acción o recuerdo negativo para valorar un partido, un día o una competición como positiva. Así que ya sabes, toma nota de cada vez que haces algo bien, toma nota de cada vez que sientes que estás mejorando en algo para no olvidarlo y ser capaz de hacer un buen balance.

Para ello el deportista debe archivar en su memoria todas las experiencias triunfales, sobre todo aquellas que supusieron la superación de adversidades y demandaron de él ese “extra” de resistencia y capacidad de sufrimiento.  Sin embargo lo difícil no es recopilar todas esas experiencias sino actualizarlas en nuestra memoria en momentos en que nuestra atención está sometida a la tentación de muchos distractores: el error que se acaba de cometer, el marcador en desventaja, el cansancio, el miedo que se siente visualizando una posible derrota, un rifirrafe con un rival, etc.

La principal virtud del deportista competitivo es que es capaz de recordar o visualizar con gran detalle lo que ha de hacer aun en situaciones críticas. De manera que suponga una cadena de instrucciones a seguir y nunca un deseo general o abstracto:


Por ejemplo: ¡Puedo hacerlo, ya lo hice aquel día! Debe ser sustituido por: Voy a hacer esto, esto y esto de esta manera, tal como lo hice en aquella ocasión que tuve éxito.


Página web utilizada: http://www.futboldecabeza.com/

lunes, 3 de noviembre de 2014


¿Qué es el Mindfulness?

Mindfulness, conceptualizado como “prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”, se define como “despertarse de una vida en piloto automático y ser sensible a la novedad en nuestras experiencias cotidianas”.

El mindfulness se convierte en un componente de las llamadas terapias psicológicas de tercera generación. Podemos considerar el mindfulness como una clase de conciencia centrada en el presente, ni elaborativa ni condenatoria, en la que cada pensamiento, sentimiento o sensación que surge en el campo atencional es reconocido y aceptado tal y como es.

La gran diferencia entre esta técnica y las técnicas psicológicas de 2ª generación es que en estas se intenta controlar o apartar esos sentimientos o sensaciones y en cambio en el mindfulness no se apartan, si no que se aceptan y se aprende a tener conciencia y sabiduría sobre ellos, llevando a cabo su ejecución con mayor precisión, con menos distracciones y donde el aprendizaje de lo entrenado podrá fluir de manera automática y libre.

Se trabaja mediante sesiones estructuradas que luego pasan a formar parte de todo el día, siendo consciente de todo lo que hacemos.



¿Para qué sirve?

Actualmente se considera que el trabajo de mindfulness o conciencia plena mejora la capacidad de regular las emociones, disminuye las disfunciones emocionales, mejora las pautas cognitivas y reduce la rumiación o exceso de pensamientos negativos. Se han encontrado importantes mejoras de gestión del estrés y ansiedad, depresión, mejora del sistema inmunitario y disminución del dolor  y mejora del bienestar y calidad de vida tanto en individuos sanos como enfermos.

Todas las intervenciones basadas en la conciencia plena han sido utilizadas hasta ahora para la optimización del rendimiento, habiéndose encontrado mejoras en dicha variable y en otras como los niveles de flow, mindfulness y la disminución de estrés y ansiedad.

Ventajas o puntos fuertes.

Se han realizado diferentes estudios sobre los beneficios que puede encontrar cualquier persona que incorpore mindfulness a su vida (Aparicio Sanz, 2009), pudiendo citar entre los más destacados:

·         Reducir la distracción mental y aumentar la concentración
·         Potenciar nuestra autoconciencia
·         Reducir el sufrimiento
·         Beneficiar el sistema inmunitario y aumentar el bienestar físico y psicológico
·         Aprender a relajar cuerpo y mente
·         Fortalecerse ante la adversidad
·         Desarrollar un sentido de responsabilidad en el cuidado de la propia salud.



Actitudes clave

  1. No enjuiciar: reconocer la marea de etiquetas y juicios mentales sobre la experiencia y abandonarlos tanto como sea posible.
  2. Paciencia: permitir que las cosas sucedan a su debido tiempo y vivirlas tal cual suceden.
  3. Mente de principiante: vivir cada momento y experiencia con frescura, como si fuera la primera vez.
  4. Confianza: en uno mismo y en nuestra sabiduría y bondad primordiales, que nos van siendo reveladas a través de la práctica de la conciencia plena.
  5. No luchar ni competir: desprenderse del hábito de querer cambiar las cosas que van surgiendo, sino aceptarlas tal y como son.
  6. Aceptación: querer ver las cosas tal y como son, sin  que tengan por ello que gustarnos.
  7. Dejar pasar: la práctica del desapego. Permitir que la experiencia sea, sin suprimirla, exaltarla o aferrarnos a ella.

Mindfulness en el deporte.

Cada vez más los deportistas de alto rendimiento están utilizando esta herramienta, como por ejemplo Novack Djokovic (actual número 1 del tenis mundial) o equipos de la NBA como los Chicago Bulls y los Angeles Lakers . Además de estos, Phil Jackson, mítico entrenador de los Lakers y de los Chicago Bulls ha sido uno de sus grandes defensores y baluartes.



Y es que la aplicación del mindfulness en el deporte en general provoca una mayor claridad mental, necesaria para conseguir evadirse de las preocupaciones y tensiones, mejorando la atención y la toma de decisiones, además adquieren una mayor “conexión” con su cuerpo y sus habilidades motrices, mejorando el rendimiento.

También las sensaciones de gozo y disfrute durante la práctica deportiva o actividad física son mucho mayores, ya que se ha mantenido un estado de menor tensión o sufrimiento mental.

Hablemos ahora de deporte aeróbico o individual Imagínad a toda esa gente a la que de alguna manera no le gusta correr, en muchos casos es porque se proponen hacer un tiempo o distancia determinada y en sus cabezas continuamente están pensando en llegar a ese objetivo, “sufriendo” o pasándolo mal durante ese largo tiempo que ha tardado en llegar a la meta. ¿Qué pasaría si aplicamos mindfulness? Pues bien, la meta o el objetivo sería cada instante, es decir, la atención estaría puesta en el momento presente, en escuchar las sensaciones de mi cuerpo, sentir como mi corazón late más fuerte y rápido, sentir como mi respiración es mayor, como las endorfinas empapan mi cabeza, el paisaje, el sol, el viento, el mar, si lo hago con música, sentir la energía de la música (lo que algunas apps de running llaman "powersong")…
Pero además, otro de las aportaciones más interesantes y más significativas es el aprender a escuchar las señales del cuerpo. El cuerpo manda señales que anteriormente no eras capaz de reconocer y no solo dolores o molestias, sino de señales muy poco significativas, lo cual permite saber cuándo parar en una repetición, en una carrera, o cuándo estirar cierta zona, cuándo descansar cierta musculatura, etc…

Aplicado a los deportes de rendimiento.

Todos hemos tenido alguna vez esa sensación después de jugar un partido: “hoy me ha salido todo”, “he jugado como nunca”,  son ocasiones especiales en las que sientes cómo si estuvieras conectado de alguna forma con el partido, de hecho también se le llama “estar enchufado”, pues bien,  si te das cuenta en esos partidos es cuando conseguimos jugar sin presión (sin miedos), sin preocupaciones (sin pensar en futuros, o pasados).


Cuando aplicamos mindfulness o atención plena a todo lo que conlleva el juego, a la pelota, a mis sensaciones, a mi cuerpo etc… te darás cuenta de que es más fácil conseguir esa “conexión” ya que logramos librarnos de esas preocupaciones, miedos, juicios, etc… que tanto enturbian tu juego y provocan esa experiencia más conocida del “no me sala nada hoy” o “no sé qué me pasa”. En situaciones de competición todavía es más notable, ya que los miedos y las presiones son mayores.
 
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