viernes, 19 de febrero de 2016


El rendimiento grupal.

Los psicólogos deportivos y los entrenadores saben que el rendimiento de los atletas es diferente en los entrenamientos que en la competición. El efecto de la presencia de una multitud que anima a los atletas o a uno de los equipos ha sido ampliamente documentado desde las investigaciones sobre la facilitación social y sobre territorialidad. En deportes de equipo sucede que los equipos tienen más posibilidades de ganar cuando juegan en casa; la estrategia de defensa o ataque y el sistema de juego pueden estar en función de esta circunstancia.

Pero el rendimiento deportivo no depende tan sólo del efecto de la presencia de un público u otros atletas, sino que también depende de la interacción coordinada de éstos. Hay deportes en equipo donde la coordinación de los atletas es muy reducida (como en las carreras de relevo 4x100 ó 4x400), mientras hay otros en los que la coordinación es una pieza clave en el rendimiento de los equipos (como, por ejemplo, en baloncesto). Es por todos conocido que un grupo constituido por los mejores deportistas no forma necesariamente el mejor equipo. Como también es de sobra conocido que el rendimiento de un equipo no depende tan sólo de las cualidades y habilidades de cada uno de sus jugadores, sino también de la coordinación de sus miembros en una tarea (la práctica del deporte) en equipo. Hay toda una serie de parámetros que deben ser tenidos en cuenta por los que las características del rendimiento grupal modifican sustancialmente el rendimiento individual.



El modelo teórico más influyente que ha tratado de dilucidar los efectos obtenidos en el rendimiento de los grupos interactivos ha sido el de Steiner. Según Steiner, el rendimiento y la productividad grupal dependen de tres clases de variables:

a) Las demandas de la tarea serían los requisitos o exigencias impuestas al grupo por la tarea misma o por las reglas con las cuales debe realizarse la tarea.
b) Los recursos humanos incluyen todas las aptitudes, conocimientos, capacidades, habilidades o herramientas relevantes que poseen los individuos que utilizan para resolver la tarea. Las demandas de la tarea determinan el tipo y la cantidad de recursos que han de ser utilizados. Si se consideran en conjunto, las demandas de la tarea y los recursos del grupo determinan el nivel máximo de productividad que puede alcanzar el grupo (el denominado rendimiento potencial).
c) Las variables de proceso se refieren a las acciones y a los pasos emprendidos por el grupo cuando se enfrenta con una tarea. El proceso no abarcaría sólo las acciones directamente relevantes para la tarea, sino también todas las acciones intra e interpersonales utilizadas para la consecución de la meta, así como aquellas acciones improductivas provocadas por la frustración, las motivaciones competitivas o los malentendidos. 

El modelo de Steiner ha sido considerado como un modelo del déficit grupal, ya que los procesos de grupo nunca podrían aumentar el rendimiento o productividad potencial, tan sólo podrían aumentar o disminuir la diferencia entre el rendimiento real y el rendimiento potencial. Recuérdese que la relación que establecía Steiner entre rendimiento real, rendimiento potencial y pérdidas del proceso era:

·         Rendimiento real = rendimiento potencial – pérdidas de proceso.



El rendimiento potencial, en el deporte, haría referencia, por tanto, a la mejor ejecución posible de un equipo deportivo, teniendo en cuenta la capacidad, los conocimientos y las destrezas físicas y mentales de cada jugador, así como las exigencias del cometido. Según el modelo de Steiner, la capacidad individual de cada jugador constituiría probablemente el recurso más importante de los equipos deportivos. El rendimiento real se aproximaría al rendimiento potencial cuando un equipo utilizara con la máxima eficacia sus recursos disposicionales para satisfacer las demandas de la tarea.

El rendimiento potencial de un grupo es casi siempre muy superior al rendimiento real debido a los procesos grupales defectuosos. Pero, ¿cuáles son los procesos que tienen lugar en los grupos que deteriora el rendimiento grupal? Las investigaciones sobre el rendimiento grupal han detectado dos tipos de pérdidas debidas a procesos de grupo:

a) Pérdidas de motivación: que tienen lugar cuando los miembros del equipo no hacen un esfuerzo del 100%, dando lugar a lo que se ha denominado holgazanería social (Latané, Williams y Harkins, 1979).

b) Pérdidas de coordinación: que tienen lugar cuando no hay un acoplamiento entre los campaneros del equipo o se usan estrategias ineficaces.

Holgazanería social

Ingham, Levinger, Graves y Peckman (1974) citaron un estudio realizado por Ringelmann, en el que se demostraba, en una tarea de tirar de la cuerda (véase Tabla I) que, a medida que aumentaba el número de miembros del grupo, la aportación individual era menor, aunque en conjunto el rendimiento del grupo era superior. Ingham y cols. (1974) replicaron el efecto Ringelmann y comprobaron que el efecto se debía principalmente a la pérdida de motivación de los individuos, más que a la pérdida de coordinación.

La holgazanería social, entendida como la reducción del esfuerzo individual en grupo, tiene lugar en todos los tipos de grupos, por lo que en los grupos deportivos no es ninguna excepción. Existen una serie de factores que contribuyen al surgimiento de la holgazanería social en los grupos:

a) Estrategia de reparto: este tipo de estrategia consiste en que los individuos están motivados en trabajar duro, pero tal esfuerzo lo reservan para el trabajo individual no grupal, ya que de esta forma es más beneficioso para ellos.
b) Estrategia minimizadora: los miembros de forma individual están motivados en hacer tan poco esfuerzo como el que sea posible en grupo, ya que pueden difuminar su responsabilidad en la menor ejecución y rendimiento grupal.
c) El efecto del “gorrón”: los individuos disminuyen su rendimiento porque piensan que no son indispensables.
d) El efecto “primo”: los individuos disminuyen su rendimiento porque no quieren que un gorrón se aproveche de ellos.



La disminución a la aportación global ocurre con más probabilidad cuando los miembros del grupo perciben que sus contribuciones no son ni identificables ni indispensables, y cuando piensan que su contribución es desproporcionada en relación con la que efectúan otros miembros del grupo. Cualquier grupo social debe tratar el problema de la holgazanería social y buscar soluciones para reducirlas al máximo. Cuando los miembros del grupo estiman que sus ejecuciones individuales son identificables y conocidas por los demás, la holgazanería social se reduce al máximo porque los miembros del grupo abandonan la sensación de anonimato. Por todo ello, en el ámbito deportivo, los entrenadores y preparadores físicos deben controlar de forma constante los esfuerzos individuales de los integrantes del equipo y deben proporcionar un feedback adecuado, tanto en el entrenamiento como en las competiciones. Las grabaciones en vídeo y los registros de observación son buenos procedimientos para identificar la aportación de cada deportista en su equipo.

La influencia del tamaño del grupo en el rendimiento y clima del equipo.

A los psicólogos sociales les ha interesado desde hace décadas la influencia del tamaño del grupo. A priori no se puede establecer un número ideal para conseguir un óptimo funcionamiento del grupo. Un grupo de 5 ó 6 individuos es suficientemente numeroso para estimular la implicación de sus miembros y lo suficientemente pequeño para facilitar la participación. Si el grupo es más numeroso, se dificulta su organización y su coordinación. En las competiciones deportivas por equipos, el número de jugadores de cada equipo está previamente establecido por las reglas del juego. Ahora bien, el número de jugadores que integran un equipo puede variar enormemente en función del deporte. Es indiscutible que al aumentar el tamaño del equipo aumenta su productividad potencial, al aumentar la cantidad de recursos disponibles. Pero para un entrenador el aumento del tamaño del equipo dificulta la coordinación de los entrenamientos y la dedicación individualizada a cada uno de los jugadores. Además, los miembros de equipo se desmotivan. Al aumentar el tamaño del grupo se reduce la participación de cada uno de sus miembros y se reduce el sentimiento de responsabilidad.
De aquí que muchos entrenadores de equipos que requieren la participación de gran número de miembros (fútbol, por ejemplo), prefieran manejar plantillas cortas y polivalentes para evitar la desmotivación y el efecto de la holgazanería social.

Pérdidas de coordinación.


En muchos tipos de deportes es muy importante la coordinación entre los miembros del equipo. Piénsese en la coordinación de los jugadores de tenis cuando juegan un partido de dobles, o en la sincronización de los jugadores de baloncesto. En estos tipos de deportes se necesita que los atletas conozcan bien sus funciones y la del resto de sus compañeros. Los entrenadores de estos tipos de deportes que exigen una elevada coordinación y cooperación dedican mucho tiempo y esfuerzo en conseguir que sus jugadores entiendan y asimilen su sistema de juego. Por el contrario, un entrenador de natación dedica su tiempo en que sus pupilos aprendan las técnicas individuales de natación. A medida que el deporte requiera un mayor nivel de coordinación, se hace más necesaria esta cualidad en los atletas, aumentando la importancia de los procesos de grupo y disminuyendo un tanto la importancia de la capacidad individual de cada uno de ellos. En equipos de dos personas (p. ej., una pareja de tenis) se ha comprobado que su rendimiento en superior cuando poseen aptitudes a un nivel semejante. Cuando se empareja a un jugador de un nivel muy alto con otro de nivel inferior, puede suceder que el jugador más apto intentara hacer más de lo preciso, por encima de su capacidad y acabara cometiendo más errores. Como señalan Weinberg y Gould (1996), las buenas parejas de tenis suelen ser no los mejores jugadores individuales, sino jugadores muy buenos que se acoplan y coordinan muy bien.

jueves, 4 de febrero de 2016


El síndrome de Burnout se caracteriza por un progresivo agotamiento físico y mental, una falta de motivación absoluta por las tareas realizadas, y en especial, por importantes cambios de comportamiento en quienes lo padecen. Éste cambio de actitud se relaciona generalmente con "malos modales" hacia los demás o con un trato desagradable.



El síndrome de burnout se asocia a que las fuentes personales no son suficientes o son inadecuadas para manejar el estrés y como resultado el sujeto desarrolla actitudes negativas que derivan en encontrarse exhausto física y emocionalmente en el entorno de trabajo.
·         Exhausto emocionalmente=extrema fatiga.
·         Despersonalización= Desarrollo de cinismo y sentimientos negativos.
·         Poca satisfacción en el trabajo/deporte= Valorarse negativamente.

Para atletas, es el resultado de demandas en entrenamiento y competición relacionadas con la percepción de bajo rendimiento profesional en términos de habilidades atléticas.
Algunas variables implicadas incluyen el estilo del entrenador, altas demandas competitivas, estrategias de confrontación, estilo de vida externo, monotonía en el entrenamiento, falta de refuerzo positivo…

Los jugadores amateurs tienen altas puntuaciones de burnout porque tienen menos experiencia que los profesionales y son más altas en fases de competición que en preparatorias.
Estas demandas elevadas o esta percepción de no poder atender a las demandas muchas veces se traduce en ansiedad. Algunos deportistas manifiestan que la ansiedad facilita en rendimiento en la tarea, pero la mayoría, tanto jóvenes como adultos, muestran que la ansiedad competitiva tiene efectos deteriorantes del rendimiento, del disfrute y el bienestar físico.
Los niños con altos niveles de ansiedad se preocupan por cometer errores, no jugar bien, perder… ser evaluados por sus entrenadores, por sus padres, amigos…
El clima motivacional refleja los rasgos emergentes de un entorno que crea una estructura de meta orientada a la tarea o al ego.



Dentro del clima motivacional nos encontramos con el clima de maestría donde se define el éxito en términos de autosuperación, maestría con la tarea, demostración de esfuerzo y superación… o el clima orientado al ego que promueve la comparación social.
Las percepciones relacionadas con el clima de maestría se asocian a baja ansiedad y las centradas en el ego se correlacionan con ansiedad competitiva.
Los deportistas a los que se les ofrece un entorno de aprendizaje donde se fomenta la mejora a nivel cognitivo, se posibilita la capacidad de elección, se tuvo en cuenta su opinión y percibieron como positivas las relaciones con su entorno, alcanzaron una mayor motivación intrínseca, caracterizada por satisfacción, disfrute, valoración positiva… lo cual aumenta su compromiso con la actividad. Los entrenadores que implican al jugador en el plano cognitivo contribuyen al aumento de motivación intrínseca.

Aquellos jugadores que se interesan por el aprendizaje de conceptos básicos del deporte que practican, podrían ver como más satisfecha su necesidad de competencia y sentirían menos necesidad de recompensas externas para la realización de la actividad.
Saber cómo hacer algo (conocimiento procedimental) aumenta las probabilidades de hacerlo bien y sentirse competente.



Con un clima basado en el ego, el jugador es más propenso a reaccionar a los errores y al bajo rendimiento con respuestas punitivas o de autocastigo.
El bienestar psicológico del deportista se puede describir desde dos vertientes:
                Hedónica: Búsqueda de placer y satisfacción (pasiva).
                Eudamónica: Realización de actividades expresivas para la autorrealización (activa).

Un entrenador que genere un clima que valore el esfuerzo, el aprendizaje, la cooperación, la ejecución…. Fomentará una orientación disposicional hacia la tarea y un mayor conocimiento de las emociones del deportista. Además, este tendrá un mayor conocimiento de sus estados emocionales que derivará en mayor bienestar psicológico.
Esto es similar para todos los deportistas, amateurs o profesionales.

La conclusión dice que durante la fase de precompetición, la mayoría de los atletas presentan ratios reducidos de burnout. La incidencia y por tanto la vulnerabilidad al burnout ha sido identificada en muchos atletas durante la precompetición, por tanto, es recomendable hacer estos estudios previamente para evitar que el burnout aparezca en la fase de competición.


 
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